La quema del año viejo en Ecuador, una tradición llena de emotividad y picardía
(Quito.26.12.2017).- La quema del Año Viejo en Ecuador es una tradición que se celebra con toda algarabía. Se trata de una gran fiesta cargada de creatividad, humor, picardía y mucha emotividad. Esta fiesta la podrán disfrutar en el último feriado del año (sábado 30, domingo 31 de diciembre; y, 1 de enero de 2018).
El objetivo es despedir el año que termina quemando con el monigote todo lo malo que pudo pasar y abrigando la esperanza de que el nuevo año llegue cargado de energías positivas, para alcanzar éxitos personales y profesionales.
La antropóloga Tamara Landívar, sostiene que la quema del Año Viejo (monigote, elaborado con papel, ropa vieja y decorado con una careta) “es la forma de cerrar ciclos; es la manera que tiene el ser humano para empezar el nuevo año”.
Es solo en esta fiesta cuando se da rienda suelta al humor y la sátira, elementos que resultan difíciles aplicarlos en otros momentos. Por ejemplo, criticar a políticos, cuyo comportamiento no fue tan bueno durante todo el año. Lo mismo ocurre con amigos, familiares, personajes públicos e incluso protagonistas de series o películas de moda.
" En esta fecha el sector turístico también se prepara para recibir a los viajeros que gustan de recibir el nuevo año en las playas, en la selva, al pie de un volcán o junto a lobos marinos".
Como antesala de la quema del Año viejo, desde la 12h00 del 31 de diciembre en el país, comunidades, pueblos, ciudades e incluso en carreteras, se vive una fiesta de algarabía y humor teniendo como protagonistas a las llamadas “locas viudas”, (hombres: niños, jóvenes y adultos) que se disfrazan de mujeres y con poses y bailes seductores, piden una “ayudita” (dinero), para quemar a su viejo.
Minutos antes de las 24h00 se da lectura al tradicional testamento, preparado con mucho humor y sátira. A las 24h00 se quema el viejo, en medio del llanto ensordecedor de las “locas viudas”. Los niños y jóvenes disfrutan saltando las llamas del viejo, mientras que el resto de la familia o amigos, ponen en práctica las más diversas y divertidas cábalas como comer 12 uvas, por los meses del año, correr con una maleta alrededor de la manzana (calles que rodean la residencia), para que haya viajes en el nuevo año. Finalmente se dan un abrazo con sus seres queridos y disfrutan con alegría la llegada del nuevo año, concebido este como un símbolo de renovación y de una nueva oportunidad de prosperidad y desarrollo.
Esta fiesta sin duda dinamiza la economía del país, pues los artesanos que trabajan casi todo el año esperan estas fechas para vender desde un monigote pequeño elaborado con papel y/o aserrín hasta enormes muñecones y figuras de más de 10 metros de altura. Es la oportunidad que esperan para conseguir ingresos económicos. Igual ocurre con los locales que alquilan disfraces y con los almacenes que venden caretas y máscaras. En esta fecha el sector turístico también se prepara para recibir a los viajeros que gustan de recibir el nuevo año en las playas, en la selva, al pie de un volcán o junto a lobos marinos.
Inicio de la quema del año viejo en Ecuador
En 1895, la amenaza de una fiebre amarilla para los habitantes de la porteña ciudad de Guayaquil fue el inicio de la tradicional costumbre de quemar al “Año Viejo”.
Datos históricos señalan que como medida de protección sanitaria, se recomendó confeccionar ramadas y monigotes de paja con los vestidos de los parientes que habían fallecido. Estos eran colocados en la vía pública el último día del año y a las cero horas se los quemaba, a fin de ahuyentar la peste y con la esperanza de dejar atrás todo lo malo, para iniciar un nuevo año lleno de ilusiones.
Con el pasar del tiempo esta tradición se ha ido modificando en todo el país hasta convertirse hoy en una fiesta de gran humor, algarabía y picardía que ha trascendido fronteras.