La Catedral, Orgullo Inmortal Quiteño – Institución Educativa Fiscal “Amazonas”

Desde el corazón del Centro Histórico capitalino, entre las calles García Moreno y Venezuela, junto al Palacio de Gobierno, se erige majestuosa la Catedral Metropolitana, histórica reliquia de Quito, edificada en el siglo XVI y declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, en 1978, la cual pertenece al conjunto de las 7 iglesias símbolo de la devoción y tradición católica quiteña. Cuna de inmortales leyendas y sublime arte arquitectónico barroco que se ve plasmado en sus muros y altares, que guardan la memoria artística indeleble de grandes exponentes plásticos nacionales como Miguel de Santiago y Manuel Chili Caspicara. Desde sus orígenes, la Catedral se ha visto envuelta en percances producidos por desastres naturales que aquejaron al Ecuador a lo largo del 1600, tales como la erupción repentina del Volcán Pichincha que terminó por deteriorar la decoración interna del altar principal, el cual tuvo que ser reconstruido con esplendorosas obras de arte que se han convertido en la principal atracción para turistas nacionales e internacionales.

Compuesta por cuatro capillas, de las cuales, una de ellas contiene los restos del gran mariscal libertario venezolano, Antonio José de Sucre, cuyo mausoleo es el punto de homenaje a los héroes de la independencia cada 24 de mayo, en el informe o cambio de mando presidencial; los vitrales superiores de estilo gótico, intensifican el rubor del astro rey que invade los interiores de la iglesia,  y en especial, resalta el colosal cuadro que atesta el muro más imponente del altar principal; desde la entrada tallada en madera refinada de cedro, y a través del pasillo hasta la girola del presbítero, se pueden apreciar los patrones inscritos en los pilares que reflejan la galanura de los estilos barrocos y góticos que reinaron en la época y permanecen como herencia inmortal de la Colonia en la ciudad.

El arco de la puerta exterior, fue bautizado con el nombre del Barón de Carondelet, presidente de la Real Audiencia Quiteña, a fines del siglo XVII y a inicios del XVIII; quien amparó la construcción del atrio y fachada frontal durante su mandato; este punto es considerado como la muestra de la intrínseca relación de la iglesia con el significado de las otras estructuras arquitectónicas de la Plaza Grande, como el Palacio de Gobierno. La fusión de varias culturas se ven plasmadas en los múltiples estilos presentes en la arquitectura de la Catedral, indígenas, flamencos, italianos, alemanes, entre otros, contribuyeron en gran medida al característico contraste de las edificaciones católicas y que ha sido la razón de que se la considere, una de las reliquias más valiosas de Latinoamérica; además, el espíritu de la liberación indígena, está representada por la forma en que están esculpidos los cuerpos de Jesucristo en la cruz, debido a que según la historia, la ilustre Escuela de Arte Quiteña, se distinguía por tallar cruzados los pies de sus estatuas, de este modo, se deslinda de las tradiciones españolas de modelado.

La Catedral, simboliza la riqueza cultural de los países hispanos, y es una de las más apreciadas por el turismo debido al aura de espiritualidad y paz que se impregna en cada rincón de la iglesia, provocando una gama de sensaciones maravillosas e inigualables que exacerban los sentidos de cada ciudadano y extranjero, convirtiendo a todos sus visitantes en un quiteño más, y perpetuando un bello recuerdo de la capital ecuatoriana. Las impresiones de los murales se entremezclan con el más hermoso sentimiento de consagración católica naciente de las inmortales tradiciones que han quedado inscritas en las páginas de historia en Quito; el arrastre de caudas, la procesión anual y las múltiples migraciones religiosas centran su destino en la gran Catedral Metropolitana.

Don Ramón Ayala y Sandoval, y su leyenda del gallito, resuena entre las voces de los característicos chullas quiteños que animan a la visita de la iglesia;  el campanario del ocaso de la vida del ex mandatario Gabriel García Moreno, infunde el recuerdo de su trascendental frase, “Dios no muere”, y las historias contadas a través de generaciones y generaciones de familias perpetúan e inmortalizan a uno de los más ricos, completos e interesantes conjuntos de relatos tradicionales de las Américas; el sentir ancestral de legiones de esclavos indígenas, aún retumban en los corazones de sus herederos, quienes  son los encargados por decreto histórico, de retomar el destino de rebelión e independencia que hace siglos, se vio erigida por una colosal obra arquitectónica milenaria, la gran Catedral Metropolitana de Quito, orgullo nacional que permanecerá vigente mientras viva en nuestra memoria.

 

Autor: Institución Educativa Fiscal “Amazonas”