Sombrero de paja toquilla es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad

El  “Tejido tradicional del sombrero de paja toquilla ecuatoriano” es  un nuevo reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad con el que cuenta el Ecuador, título concedido  por la UNESCO, que  desde este 5 de diciembre de 2012 incluyó a esta manifestación, que se ha mantenido durante siglos, dentro de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Este reconocimiento se une a las declaratorias que la UNESCO ha concedido al país: Quito, Patrimonio Cultural de la Humanidad (1978); las Islas Galápagos, Patrimonio Natural de la Humanidad (1979); el parque Nacional Sangay, Patrimonio Natural de la Humanidad (1983); Cuenca, Patrimonio Cultural de la Humanidad (1999); y el Patrimonio Oral y las manifestaciones culturales del pueblo Zápara, proclamada obra maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial (2001) e incluida en la Lista Representativa del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2008.

El origen de tejido del sombrero de paja toquilla se localiza en la provincia de Manabí. En 1630 el indígena Domingo Choéz conjugó esta materia prima, que se cultiva en su mayor parte en la actual provincia de Santa Elena, con la forma de sombreros españoles. Los tejedores de Montecristi y Jipijapa se especializaron en la elaboración de sombreros bajo el modelo europeo. En el siglo XIX, esta actividad atrajo el interés del Austro ecuatoriano. Las provincias del Azuay y Cañar fueron las protagonistas de lo que se conoció como el “boom toquillero”.

Según la historia el auge exportador de sombreros generó una etapa de bonanza económica sin precedente. En 1854 la exportación de sombreros de paja toquilla superó al cacao; hacia 1863 se exportó desde el Puerto de Guayaquil 500.000 sombreros. Europa y Estados Unidos empezaron a demandar este producto que fue promocionado en la exposición Mundial de París en 1855. Sin embargo, la construcción del Canal de Panamá generó una gran demanda de este producto utilizado inicialmente por los obreros de protegerse del sol; luego, importantes figuras políticas y del espectáculo, empezaron a usar los sombreros de paja toquilla, convirtiéndose en un accesorio de moda muy apetecido.

Con el avance de la industria el comercio del sombrero de paja toquilla decayó; no obstante en el Ecuador, el tejido se conservó y se transmitió de generación en generación. Actualmente conservan  esta tradición los habitantes de las poblaciones de Picoazá,  Pacoche, El Aromo, Montecristi, San Bartolo, Las Pampas, Valencia, Nueva Esperanza, Las Palmas, Los Bajos, Los Anegados, La Solita, Pile, Guayabal, La Pila, Calceta, Santa Marianita, Cerro Copetón, La Sequita, Pepa de Huso,  en la provincia de Manabí. En la provincia de Santa Elena: Dos Mangas, Febres Cordero, Barcelona. En la provincia de Cañar: Luis Cordero, Nazar, Solano, Zhud, Déleg, Azogues, Uishil, En la provincia del Azuay: Sidcay, Molleturo, Luis Cordero, Checa, San Joaquín, Cuchil, Tarqui, Tullupamba, Bella Vista, San Fernando, Pucará, Santa Isabel, El Pan, Oña, La Unión, Ricaurte.

Con el reconocimiento del “Tejido tradicional del sombrero de paja toquilla ecuatoriano” como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad se espera visibilizar el significado y función sociocultural del patrimonio inmaterial que se expresa en un conjunto de conocimientos, prácticas y técnicas tradicionales, superando la visión monumentalista del patrimonio y el enfoque conservacionista de la artesanía como un objeto. Esto implica una acción de reivindicación de las comunidades involucradas y el realce de su autoestima, así como un compromiso de las mismas para continuar con la transmisión de los saberes.

El reconocimiento de este patrimonio es un trabajo liderado por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, entidad que elaboró el expediente técnico, documento que fue remitido por el Ministerio Coordinador de Patrimonio ante la UNESCO por intermedio de la Cancillería,  cumpliéndose  así uno de los objetivos del Gobierno de la Revolución Ciudadana.

INPC/MINTUR


 

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